En la línea con lo que escribíamos hace 15 días, el clima caluroso de estas primeras jornadas de septiembre convive con un cierto clima de optimismo, que se manifiesta en la recuperación de eventos, agendas e inversiones. Hay ganas de que se consolide el final de la pandemia. Un proceso que será aún largo y duro porque durante un cierto tiempo conviviremos con las consecuencias del covid, tanto las sanitarias y personales, como las sociales y económicas. Un tiempo en el que tendremos que aprender a sobrellevar y combatir una enfermedad que, esperemos, se mantenga en un nivel asumible y similar a otras que son habituales en nuestro entorno. Un tiempo en el que parece que pasaremos de la pandemia a una endemia controlada. Pero en el ámbito económico-empresarial los datos del primer semestre son esperanzadores y nos vamos acercando a la normalidad, con el horizonte de que en 2022 se recupere definitivamente el PIB perdido durante la pandemia. El termómetro de la economía vasca se situó en agosto en un nivel que se encuadra dentro de la franja de crecimiento sólido y tanto la industria, como la construcción y los servicios, muestran un comportamiento expansivo y el empleo crece con fuerza. Aprovechemos los próximos presupuestos para afianzar esta recuperación, manteniendo la corriente expansiva marcada por Europa.