El número pasado hablábamos en este espacio sobre la importancia que la industria tiene para la economía vasca y de cómo la apuesta por la manufactura avanzada guía la estrategia de reindustrialización vasca. Desde el punto de vista de la oferta, la industria presenta, en el segundo trimestre del año, una tasa de crecimiento del 0,7%, lo que significa mejorar en dos décimas el registro interanual del primer trimestre, siendo el tercero consecutivo con tasas interanuales de crecimiento positivas, según los datos del Eustat. Pero estas buenas noticias, a las que acompañan otras como el crecimiento del PIB en el segundo trimestre, o el número de turistas que nos han visitado durante el verano, siendo el mejor desde que hay registros, o la disminución de los expedientes de regulación de empleo, que han caído de manera importante, no aseguran una recuperación clara y continuada. El propio presidente del BCE ha advertido de que la recuperación en Europa pierde impulso y advierte del riesgo que supone el alto nivel de desempleo y la falta de crédito. En definitiva, no parece que aún podamos decir que la crisis ha quedado atrás. Es cierto que estamos en una situación de estabilización, pero no está claro que esta etapa dé paso a la reactivación o nos lleve a una nueva recesión. En este escenario se impone una política económica prudente y realista, que combine los estímulos monetarios y económicos junto a la disciplina fiscal, porque el enfermo todavía no está curado y puede sufrir una recaída.