Tras el paréntesis veraniego enfrentamos la parte final del año con la esperanza y la intención de que se consolide la recuperación. Pero aún rodeados de muchas incertidumbres, porque no está muy claro el momento en el que estamos: una etapa pospandemia, gracias a la vacunación; o una etapa posquinta ola, porque no se consigue superar el virus con sus mutaciones. Lo que sí parece indiscutible es que la respuesta europea, en esta ocasión, está funcionando. Aunque Europa, siendo un apoyo importante, no nos va a sacar las castañas del fuego. Los incentivos y palancas europeos tienen que encontrar un terreno abonado para que podamos superar las transformaciones que ya estamos enfrentando. Por ello, es decisivo tomar la iniciativa y no fiarlo todo a las ayudas europeas. El Plan de Desarrollo Industrial e Internacionalización -presentado hace unas semanas-, el Basque Green Deal y la Estrategia para la Transformación Digital de Euskadi 2025 concretan la ambición vasca para darle la vuelta a la crisis provocada por la pandemia. Iniciativas para hacer de los estímulos comunitarios incentivos que faciliten la recuperación económica, atendiendo a los retos coyunturales; y para definir los mimbres con los que dar un nuevo salto cualitativo en el que la industria, la sostenibilidad y las tecnologías digitales sean la base sobre la que asentar los cimientos de la economía vasca de los próximos 25 años. Gran tarea la que tenemos por delante.