El ajedrez es un juego de ingenio, que requiere un importante esfuerzo intelectual. El objetivo es capturar al rey del otro jugador. Una vez que el rey es acorralado y no puede escapar de la captura, se produce el ‘jaque mate’ y el juego finaliza. Y en la actualidad se está desarrollando una complicada partida entre las dos grandes potencias, Estados Unidos y China, donde el control de la tecnología juega un papel fundamental y donde la guerra comercial aparece como un elemento más de esta partida. Al igual que en el ajedrez, cada jugador mueve sus fichas según sus intereses, con el objetivo de doblegar al oponente y dejarle sin movimientos posibles. Y en este juego, en el que hay muchas posibilidades de que todos pierdan, los peones son meros espectadores de la jugada. Incluso, a veces, son sacrificados en beneficio de esa estrategia que no controlan. Pues bien, Europa, y los estados y regiones que la componen, parecen ahora mismo esos peones, con muy poca capacidad de intervención y con muchas papeletas para sufrir las consecuencias de una partida que ni iniciaron, ni quieren que se produzca. Las alternativas son pocas, complicadas y a largo plazo. Y, aunque las últimas noticias hablen de una tregua comercial, habrá que estar preparados para el siguiente movimiento en el tablero global, porque o todos los peones se plantan o irán desapareciendo uno a uno del juego.