La dimensión es una variable fundamental en la gestión empresarial. Ganar tamaño es un objetivo habitual de la mayoría de planes institucionales dirigidos a mejorar el entorno económico. Contar con grupos potentes, capaces de competir en el mercado global y de ofertar soluciones válidas para cualquier cliente, demuestra la capacidad de la economía de un país. Y disponemos de dos ejemplos recientes de esta apuesta en nuestro entorno cercano. El primero, la creación de la sociedad de garantías recíprocas más potente del Estado, con la suma de Elkargi y Oinarri. Mayor capacidad para financiar a las empresas, mayor control de los riesgos de la actividad avalística. Una operación que muchos habían imaginado alguna vez, pero que no había sido posible hasta el momento. En definitiva, una historia, esperemos que de éxito, que acaba de cerrarse con la designación del nuevo director general. El segundo, el proceso que ahora inician AVIC y GAIA y que avanzan en ese mismo camino de la integración. Un proceso largo y no exento de dificultades, pero que conlleva numerosos beneficios y sinergias al consolidar dos ámbitos clave como son los servicios avanzados y las nuevas tecnologías, de cara a la transformación digital. Al ser sectores compatibles y cercanos están en condiciones de mejorar la cadena de valor y de conseguir un beneficio superior. Una iniciativa arriesgada y audaz, al mismo tiempo. Estamos en tiempos de sumar y de colaborar, más que de dividir y competir.