No pocas veces hemos abordado en este espacio la importancia de la industria en la economía vasca. El propio lehendakari ha manifestado en una reciente visita a Irizar, una referencia industrial en Euskadi con 125 años de historia, que el país aspira a que el peso industrial en el PIB vasco alcance el 25%. En este objetivo tiene mucho que ver la incorporación de las nuevas tecnologías en los procesos productivos, el internet de las cosas, dando lugar a las ‘fábricas inteligentes’. Se trata de una versión informatizada de la fábrica tradicional, en la que todos los procesos se encuentran conectados e interactúan entre sí. Este proceso, la cuarta revolución industrial, como algunos la denominan, es una oportunidad para la industria vasca. Un sector muy cercano a los centros tecnológicos, donde estos también tienen mucho que decir. El reto, alinear correctamente empresas, industria y tecnología. En este empeño, el Gobierno vasco ha elaborado el Plan de Industrialización, atendiendo a la estrategia de Especialización Inteligente y a la Agenda Digital de Euskadi, encaminado todo ello al desarrollo de una ‘Basque Industry 4.0’. Algo que no ha pasado desapercibido a Alemania o a la Unión Europea. Euskadi participa en el trabajo de benchmarking internacional impulsado por el Gobierno alemán sobre tecnologías de fabricación y en la red de regiones europeas Vanguard, con el objetivo de alcanzar un nuevo crecimiento a través de la especialización inteligente.