La labor de la consultoría ha ido evolucionando al ritmo que lo ha hecho la gestión empresarial, implicándose en ella, en ocasiones, hasta el punto de asumir temporalmente las propias riendas de una compañía o de un determinado departamento de la misma. Una de las fórmulas que ha ido ganando fuerza en los últimos años es la del ‘interim manager’, que proporciona a la empresa la experiencia de un experto externo en momentos puntuales, ante problemas coyunturales, en los que se carece internamente de un determinado perfil para afrontar una situación concreta.
El ‘interim manager’ puede incorporarse a una compañía a título individual o en equipo, para asumir responsabilidades de CEO, CFO o de cualquier otro ámbito para el que no exista en ese momento una persona con el perfil adecuado.
Entre las principales ventajas que representa el ‘interim manager’, desde el sector de la consultoría se apunta el hecho de aportar conocimiento adquirido en experiencias previas y talento de forma inmediata, por el tiempo o dedicación necesaria, controlando un coste que pasa de ser fijo -contratación de directivo en plantilla- a variable o a coste de duración determinada. Además se logra poner en marcha proyectos concretos, liderados por alguien con la experiencia suficiente; los resultados suelen ser rápidos y de máximo impacto; se da la capacidad para acompañar e incluso dirigir el cambio buscado; y no amenaza la posición del resto de directivos de la plantilla, puesto que su incorporación siempre será puntual.