Parece que se acerca tormenta. Cada vez hay más nubarrones en el cielo, la temperatura empieza a bajar, el viento se levanta y la presión desciende. Los meteorólogos leen los signos que aparecen en el cielo y nos ayudan a predecir el tiempo que hará en las próximas horas o días. Algo parecido sucede con los economistas, que nos alertan de lo que va a suceder (aunque a veces no aciertan, como los meteorólogos), gracias a los datos y signos que diferentes indicadores ingresan en las tablas macro y micro. Y el consenso es que las cosas no pintan bien. El consumo, la inversión y el empleo se están desacelerando en el entorno estatal. El Banco de España recorta su previsión de cierre para este año en cuatro décimas porque la economía se está desacelerando de forma más intensa de lo previsto. En el reciente foro profesional de finanzas de Elkargi, un experto señalaba que la economía mundial se encontraba en su peor trance desde la crisis financiera. Ante esta situación podemos cerrar los ojos y hacer como que no pasa nada o prepararnos y adaptarnos, como juncos que se mueven con el viento pero que no se rompen por su flexibilidad. Seguir mejorando la competitividad de la empresa, salir más al mercado global, mantener o incrementar la inversión en innovación dotarán a la economía vasca de la flexibilidad necesaria y de la resistencia suficiente para resistir las tormentas que puedan venir.