El Gobierno vasco acaba de presentar el proyecto de Presupuestos para el próximo año. Unas cuentas claramente expansivas, que quieren hacer de la inversión pública un acelerador de la actividad que sirva para revertir los efectos negativos de la pandemia. Más allá de que sea el mayor de la historia de Euskadi, con 13.108 millones de euros disponibles, la suspensión del rigor financiero de la UE facilita unas posibilidades que el Ejecutivo exprime al máximo para impulsar la economía y prepararla para afrontar las transformaciones globales. Además, la salud financiera de Euskadi y el previsible aumento de los ingresos fiscales facilitan un gran incremento de la inversión pública, hasta los 1.600 millones, un 50% más que el año anterior (no se incluyen los fondos europeos de recuperación), sin poner en riesgo la estabilidad, pese a que el endeudamiento también va a crecer. Y esto no hay que olvidarlo porque Europa, en algún momento, volverá a activar las reglas fiscales. Como tampoco hay que desdeñar las incertidumbres que están enturbiando la recuperación global y que pueden poner en riesgo las previsiones del Gobierno vasco. Un contexto, además, que incluye un escenario en el que el próximo año muchas empresas deben devolver los créditos concedidos para hacer frente a los efectos del covid. Algo que será mucho más sencillo si la recuperación es vigorosa y general.