La economía vasca creció el primer trimestre a un ritmo del 3,1% en tasa interanual, el valor más elevado del último año y medio. Esto son datos. La FVEM anuncia que en 2017 el IPI del metal se incrementó un 4% y se crearon 3.000 empleos. Esos son datos. La mayoría de los clústeres mostraron cifras positivas en la última reunión del Observatorio de Coyuntura Industrial. Esos son datos. Las exportaciones vascas batieron récords el pasado año. Esto es un hecho. No parece que haya signos de desaceleración en la recuperación. Lo que cobra aún mayor importancia en un momento en el que las alarmas parecen comenzar a encenderse en algunas de las principales economías europeas, incluso en Alemania, en las que el primer trimestre ha sido algo peor de lo esperado. El IFO alemán reconoce que el optimismo entre los empresarios se ha evaporado y que la economía germana se está ralentizando. Unas incertidumbres que se suman a otras ya conocidas, como la nueva política arancelaria del presidente norteamericano, el alza del precio del petróleo o el fin de los estímulos financieros del BCE. Y ahora las sensaciones. En algunas empresas hay preocupación. Cuando se baja del nivel macro a la economía real del día a día, las cosas no parecen tan claras. Las dificultades son mayores y los márgenes son menores. Esperemos que solo sean sensaciones.