El Ente Vasco de la Energía (EVE) celebró recientemente su 40 aniversario, cuatro décadas en las que ha sido garante de que los proyectos del ámbito energético prosperen hacia los nuevos modelos de generación y consumo energético exigidos por cada contexto. Y es que, uno de los elementos que permite comprobar el cambio experimentado en el sistema energético de Euskadi es el modo en que consumimos energía y el mix energético, que evolucionan en paralelo al desarrollo tanto social como industrial y tecnológico. La apuesta por las infraestructuras clave, fruto del desarrollo de nuevas tecnologías y la innovación para descarbonizar el modelo energético, han hecho que Euskadi sea más eficiente.
En este sentido, actualmente tracciona esta descarbonización y ejecuta una estrategia que contempla un aumento del autoconsumo y de las energías renovables, como la eólica, solar, hidrógeno, etc., dada la coyuntura de emergencia climática en la que nos encontramos, al haber dependido sobremanera de las energías fósiles, con mayores emisiones contaminantes. Es por ello que el EVE impulsa diversas herramientas y ayudas en torno a las fuentes de energía verdes, que promueven la participación de las empresas y la ciudadanía, con el fin de avanzar hacia un innovador modelo energético y alcanzar la descarbonización a través de fuentes autóctonas. 
Entre ellas, destaca la iniciativa Ekiola, un modelo de comunidades energéticas puesto en marcha en 2021 por el EVE, con el fin de empoderar a sus miembros (personas físicas, autoridades locales, incluidos los municipios, o pequeñas empresas) en la participación de la generación -incluida la procedente de fuentes renovables- la distribución, el suministro, el consumo, la agregación o el almacenamiento de la energía que, además, revierte en beneficios medioambientales, económicos o sociales a sus miembros.

El Ente Vasco de la Energía se ha focalizado en el impulso del autoconsumo, sin dejar de lado los ámbitos de las energías marinas, la eólica o el hidrógeno

Este proyecto ha recibido recientemente 4,2 millones de euros de fondos del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR) que Europa concede a iniciativas disruptivas que ayuden a construir un futuro más sostenible tras los daños ocasionados por el covid. La cifra constituye más del 10% de la partida presupuestaria disponible para financiar proyectos de este tipo en la totalidad del Estado.
Y es que, traccionado por el EVE, el compromiso del País Vasco con la necesidad de implementar nuevas instalaciones de energías renovables está siendo cada vez más efectivo y rápido. Muestra de ello es la adhesión de más del 40% de los ayuntamientos vascos -casi un centenar- a la constitución de comunidades energéticas (actualmente existen 42 'Ekiolas'), así como el hecho de que este sistema se cuadruplicó en 2020 y 2021 en Euskadi con la instalación de 915 instalaciones foltovoltaicas y 21 MW con ayudas del EVE, que han inducido inversiones por valor superior a los 20 millones.
Además de estar volcado en la promoción del modelo Ekiola, el EVE mantiene constante su labor de evaluación y conocimiento de los recursos renovables disponibles provenientes de otras fuentes, como la generada a través de las olas del mar. En este sentido, la entidad presentó recientemente sus programas de compra de tecnología innovadora de energías marinas, con una inversión total de 3,2 millones de euros en la compra de nueva tecnología de turbinas para la planta de energía de las olas de Mutriku, que se suman a un nuevo programa de ayudas destinado al ensayo en el mar de tecnologías renovables marinas dotado con 2,5 millones.
Por último, en esta línea de reducir el consumo e impulsar la eficiencia energética y la instalación de renovables, el EVE también promueve Aixeindar, que tiene en marcha dos proyectos eólicos de 40 MW cada uno. Asimismo, también destaca su apuesta por el hidrógeno, con la formulación de la Estrategia Vasca del Hidrógeno que presentó el pasado año para convertir a Euskadi en una región de referencia en las tecnologías y desarrollos asociados a este vector, el cual se considera imprescindible para la transición energética; y su participación en el Corredor Vasco del Hidrógeno, en cuya conceptualización trabajó junto a Petronor y el Gobierno vasco.