Cinco años han pasado ya desde que Adegi pusiera en marcha su Nueva Cultura de Empresa. Un concepto que muchos vieron entonces como una actitud defensiva ante la crisis, pero que con el tiempo se ha constatado que es mucho más que una pose. Hacer de la transparencia, la comunicación, la participación y la corresponsabilidad el eje de la cultura empresarial debería ser algo habitual en las compañías actuales, que se mueven en un mundo conectado, donde todo se conoce de manera prácticamente instantánea y donde cualquier persona o empresa tiene acceso a recursos y capacidades casi ilimitados. Esta ‘novedad’ supone una vuelta al origen de lo que debería haber sido siempre una empresa, como proyecto compartido, más que un lugar donde dirimen sus diferencias el capital y el trabajo. No nos vamos a engañar, aún hay mucha pedagogía por hacer para romper con tópicos y estereotipos grabados a fuego, pero avanzamos. La Nueva Cultura de Empresa ya no es solo de Gipuzkoa o de grandes empresas, es algo que compete a todos y así se ha entendido desde todos los ámbitos. Porque la verdadera batalla actual es por el talento, por atraer a los mejores a las compañías. Y como decía el responsable de Angulas Aguinaga en el acto de Adegi, por atraer el talento que está fuera y por seguir haciendo atractivas a las empresas para mantener, que no retener, el talento que ya está dentro.