Histocell, Winoa, Viralgen, ITP Aero, Ingeteam, Petronor... han inaugurado o iniciado obras de sus plantas productivas. Empresas de diferentes sectores y dimensiones que confían en que sus estrategias, mercados, pedidos y proyecciones soportarán estas inversiones y las harán rentables. Una confianza que se extiende al resto de la economía, porque ninguna compañía se atrevería a diseñar y acometer inversiones de calado para un largo plazo, sin unas perspectivas de crecimiento de Euskadi estables. Una confianza en el conjunto del ecosistema socioeconómico vasco: en un sistema formativo de calidad y que está capacitado para dar respuesta a las necesidades de nuevos profesionales; en un sistema financiero capaz de responder ante proyectos serios y con perspectivas de rentabilidad; en una cadena de proveedores que puede ofrecer soluciones tecnológicas avanzadas; en una competitividad vasca basada en la I+D+i... Y a todo ello se une la reciente entrada en vigor de la reforma de tarifas eléctricas, por la cual se pone fin a la discriminación tarifaria para las empresas encuadradas entre los 25 y los 30 kV. La desaparición de estos peajes eléctricos que soportaban las industrias grandes consumidoras de electricidad supone una mejora notable de su competitividad y por ende de la competitividad vasca, como constató recientemente Orkestra. Pero que no nos hacen olvidarnos de situaciones difíciles como la que atraviesa La Naval.