Estos días se están conociendo los resultados empresariales del pasado ejercicio de firmas de muy diferentes sectores (BBVA, Laboral Kutxa, Iberdrola, Gamesa, Euskaltel...) Todos ellos tienen un elemento común: el crecimiento. 2016 ha sido un año de consolidación de la recuperación que ahora se plasma en los balances. Una recuperación continuada, ya que se suma a la del ejercicio 2015, y no desmesurada. Pero deberemos acostumbrarnos a resultados modestos. Ya pasaron los años en que se crecía, o se debía crecer, a un ritmo de dos dígitos para no aparecer en el ranking de los mediocres. La época de los grandes planes de expansión y de unas cifras tan ampulosas como vacías ha quedado atrás y no volverá. Ahora lo importante es que una empresa sea competitiva de forma sostenida. Es decir, que gane dinero, invierta en nuevos activos, talento e I+D, se internacionalice, mejore su gestión, etc. porque todo ello hará que, a final del ejercicio, los números vuelvan a ser ‘negros’. Y como resumen, el balance anual del PIB vasco repita en positivo, como el de 2016, cuando hemos crecido un 3,1%. Un crecimiento moderado, pero continuado y asentado en bases cada vez más sólidas, como lo demuestra el peso creciente que tiene la industria en este incremento, acompañado de unos servicios avanzados. Euskadi transita por la senda correcta y por ahí debemos continuar.