BBK finaliza la dotación del fondo de reserva dos años antes del límite fijado por el regulador

El cumplimiento de esta exigencia regulatoria supone que BBK sigue manteniendo el control de Kutxabank, garantizando el arraigo de la entidad, la principal empresa de servicios de Euskadi y que emplea a más de 6.000 familias

La fundación bancaria optó por mantenerse como accionista de control de Kutxabank (con un 57% de sus acciones) en lugar de desinvertir, la otra alternativa planteada por la Ley 26/2013, de 27 de diciembre, de cajas de ahorros y fundaciones bancarias. Foto: BBK

La fundación bancaria BBK ha constituido el volumen objetivo mínimo de Fondo de Reserva exigido  por Ley 26/2013, de 27 de diciembre, de cajas de ahorros y fundaciones bancarias, para poder mantener su posición de control en Kutxabank (con un 57% del accionariado de la entidad financiera).

El cumplimiento de esta condición regulatoria, dos años antes de la finalización del plazo oficial (pudiendo haber optado  a un tercer año de prórroga),  supone que BBK sigue manteniendo el control de Kutxabank, garantizando así el arraigo del banco y haciendo posible  que la entidad  vasca, la principal  empresa de servicios de Euskadi y que da empleo a más de 6.000 familias, permanezca aquí.
 
Todo esto ha sido posible gracias a la buena gestión realizada por BBK que, además, pese a tener que responder  a esta exigencia regulatoria, ha mantenido en estos años, incluso incrementado y afianzado, su presupuesto  de Obra Social, la más grande por habitante del estado. El volumen objetivo constituido del Fondo de Reserva alcanza los 231 millones de euros. Este importe  objetivo  se recalcula anualmente como resultado de aplicar un ratio que considera, entre otros parámetros, el nivel de solvencia del banco y que se aplica a los activos ponderados por riesgo (APRs) de Kutxabank.

Se trata de un hito de gran relevancia para la fundación  bancaria BBK. Y es que para entender esta noticia en su magnitud hay que remontarse a 2013, año en que se promulga la Ley 26/2013, de 27 de diciembre, de cajas de ahorros y fundaciones bancarias, dirigida a reestructurar una parte específica del sistema financiero, las antiguas cajas de ahorro.

Los antecedentes

La Ley 26/2013,  de  27 de  diciembre, de cajas de ahorros  y fundaciones bancarias obligaba a entidades que contasen con unas determinadas características a transformarse en fundaciones bancarias. Los principales condicionantes  que se daban en la Ley, y que se cumplían en el caso del entonces BBK eran:

Contar con una participación en una entidad de crédito:
    ● Que alcance al menos el 10% del capital o derechos de voto
    ● Que le permita nombrar o destituir a algún miembro  de su administración

Si se cumplían estas condiciones debía constituirse la Fundación Bancaria en el plazo de un año desde la promulgación de la Ley. Como señala la propia  ley en su preámbulo, persigue  entre otros promover  un nuevo modelo  de gestión,  “un nuevo régimen  que venga a conjugar los valores clásicos de las cajas de ahorros ya referidos, carácter social y arraigo  territorial,  con  las lecciones  que  los históricos  acontecimientos  recientes  han puesto de manifiesto.”

Como resultado de esta Ley 26/2013 se constituye en noviembre  de 2014 la Fundación
Bancaria BBK y se aborda un proceso de transformación.

Concretamente las fundaciones bancarias que quisieran mantener el control de la entidad financiera debían presentar un plan financiero reforzado que incluía dotar un fondo  de reserva para atender a posibles necesidades futuras de capital del banco participado así como un plan de diversificación y gestión de riesgos. Como alternativa a la dotación de este fondo, la ley planteaba que “…el plan financiero de la fundación bancaria no requerirá la constitución de un fondo de reserva siempre que se incorpore al plan de diversificación un programa de desinversión que incluya de manera detallada las medidas a implementar por la fundación  para reducir su participación  en la entidad  de crédito  participada  por debajo del nivel…”.

BBK optó por la dotación del fondo de reserva, decisión sustentada en una visión empírica de la situación, evaluando qué opción era la más favorable para: el Banco, el accionista y para el resto de stakeholders del Grupo (empleados, proveedores, clientes, sociedad en general,  etc.). Para BBK, como  accionista principal  del  Banco, ésta era la opción  más adecuada porque:
    ● Desde una perspectiva institucional, el Banco es un activo estratégico para Bizkaia por el impacto, directo  e inducido,  que genera  en Euskadi como  empresa de servicios más grande. Como ejemplo, Kutxabank sitúa en 776 millones de euros la contribución que la actividad corporativa  de sus entidades realiza al Producto Interior Bruto, equivalente al 1,17% del total de la economía de Euskadi. Mantuvo además cerca de 3.000 empleos directos en Euskadi, y las arcas públicas vascas percibieron en forma de tasas e impuestos un total de 187 millones de euros.
    ● Desde una perspectiva económica, se trata de una  inversión que genera  una rentabilidad moderada pero estable y sostenida y:
    ● porque dada la situación del mercado obligaría a afrontar una operación en la que BBK vendería su participación en Kutxabank con descuentos superiores al 60% por debajo del valor de libros “asumiendo una pérdida” en su cartera de inversión.
    ● BBK optó por el camino más complicado pero que más aportaba en términos de arraigo y estabilidad y más se ajustaba al espíritu de lo que se solicitaba: gestión sana y prudente  de su participada  y progresiva diversificación  de su patrimonio para reducir la dependencia del banco. Todo ello, con el fin de consolidar su Obra Social, su razón de ser.

Mantener el control, una decisión acertada

Las previsiones que se manejaban  en 2014 sobre la evolución  del entorno macroeconómico y, en concreto, de las variables clave del negocio bancario (ej, evolución del crédito, de los tipos de interés, etc.) no eran para nada favorables.

Cualquier operación de desinversión en estas condiciones hubiera supuesto una pérdida patrimonial  significativa para BBK y una menor capacidad para realizar su Obra Social, y habría puesto en riesgo el mantenimiento local de Kutxabank, la principal  empresa de servicios vasca, que con la entrada de otros inversores podría  haber sufrido  una deslocalización.

Esta es una de las principales conclusiones que arroja un estudio desarrollado  el pasado año por Deusto Bussiness School, en el que se concluye que la decisión adoptada de no salir a bolsa supuso dejar de perder  unos 2.000 millones de euros. Además, el estudio asegura que “queda  demostrado  que la decisión  de no salir a Bolsa ha protegido de forma efectiva el valor de la Fundación BBK que, en última instancia y a través de su obra social, redunda en el conjunto de la ciudadanía de Bizkaia”.

El trabajo de Deusto contempla la posibilidad de que Kutxabank se hubiese desprendido del 17% del capital del banco en una oferta pública de venta, limitando  su participación en el accionariado  en un 40%. Esto le habría permitido evitar la creación del fondo  de reserva obligado por el Banco de España, que ascendía a 235 millones de euros en cinco años.

Deusto Bussiness School ha contemplado dos hipótesis para cada año entre 2015 y 2021. Y para calcular qué hubiese sucedido en cada momento, ha tenido en cuenta cuatro indicadores: la minusvalía que esa venta  hubiese  supuesto  para  BBK; el  deterioro contable del valor que experimentaría el 40% de las acciones que mantendría en cartera; los dividendos que hubiese dejado  de percibir tras haberse desprendido del 17%; así como los dividendos que obtendría tras invertir en otros valores el producto de esa venta. Respecto a este último punto, el estudio concluye  que el rendimiento de ese dinero invertido en otras empresas habría sido inferior al retorno que BBK ha obtenido con las acciones de Kutxabank, teniendo en cuenta el dividendo medio ofrecido por el Ibex en ese periodo.

Los 1.551 millones  de pérdida  patrimonial  estimados por Deusto para BBK son, precisamente, la media del deterioro que hubiese experimentado entre 2015 y 2021. Haber tomado la decisión de salir a bolsa a finales de 2019 habría ocasionado unas pérdidas  de más de 1.830 millones de euros a BBK, mientras que hacerlo a finales de
2016, habría costado cerca de los 2.000 millones.


BBK hoy

BBK es un agente  económico-financiero-social que  contribuye  a la promoción de  la economía, el crecimiento  económico y el empleo de Bizkaia a través de sus inversiones, siendo la principal  Kutxabank, de quien es accionista de control  (con un 57% de sus acciones), entre otras. Con el dividendo que  obtiene  de  sus inversiones, apuntala y garantiza el desarrollo de su Obra Social, la mayor Obra Social del Estado por habitante y la segunda por tamaño. Una Obra Social, su razón de ser, generadora  de valor social y económico  sostenible cuyos beneficiarios  son todos los bizkaitarras y que se basa en la maximización del impacto social.

BBK ya no es una Caja de Ahorros. BBK es una Fundación Bancaria.

Sus valores y compromiso con la sociedad vizcaína siguen intactos, son los mismos desde hace más de 100 años, pero el contexto y el entorno han cambiado.

En la actualidad, BBK es el accionista  de control de Kutxabank, con un 57% de su accionariado, y colabora en la promoción de la economía del territorio a través de su actividad inversora en empresas del entorno.

BBK cuenta con la mayor Obra Social por habitante del Estado y la segunda por tamaño, una Obra Social que trata de maximizar el impacto social de sus diferentes acciones. Es una pieza clave en el territorio de Bizkaia, con cerca de 40 millones de euros anuales para potenciar su desarrollo y que siga cubriendo las necesidades de los bizkaitarras. Dispone de un departamento de estudios e inteligencia  que le ayuda a identificar y entender qué necesidades e intereses existen en el territorio para cada colectivo o grupo de edad y promueve proyectos en diferentes ámbitos de actuación como: la cultura, inclusión social, investigación y salud, dependencia y discapacidad, educación y medio ambiente, adultos mayores, economía y empleo.

Competitividad sostenible y triple reto

La actividad de BBK, tanto  interna como externamente, se rige bajo los criterios de competitividad sostenible, situando a las personas y a la vida en el centro y apostando por la innovación, la calidad, la igualdad de oportunidades y la excelencia como vías para ser y hacer diferente.

BBK apuesta por un modelo  de competitividad sostenible que aspira a generar la mayor aportación  de valor a todos sus grupos  de interés y a la sociedad en la que opera. Un modelo  basado en valores, ética y humanismo, que incorpora los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) en todas sus políticas corporativas y en los procesos de toma de  decisiones, huyendo del modelo de competitividad  basada en precio y apostando por  la innovación, la calidad y la excelencia  como vías de diferenciación. Asimismo, BBK está comprometida con el desarrollo del talento, la creatividad  y su contribución a generar empleo de calidad, desde un enfoque que garantice el respeto y la preservación medioambiental, la igualdad  de oportunidades y la integración social, contribuyendo, en definitiva, a mejorar el estado de bienestar

Asimismo, pone el foco en la consecución de tres retos. El reto energético, centrado en la optimización  y en estrategias de autoabastecimiento, el reto digital, poniendo a la tecnología  más innovadora al servicio de las personas, y el reto demográfico, para garantizar el bienestar de toda la sociedad, sin dejar a nadie atrás.

Todo ello, con la hoja de ruta de la Agenda 2030, volcados en construir una Bizkaia próspera, cohesionada y sostenible. BBK es un actor principal de la  sociedad de Bizkaia cuyo  impacto económico y social se traslada a todos los sectores de la población.

BBK, el origen

La génesis de BBK se remonta a principios  del siglo pasado con el nacimiento de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad Municipal de Bilbao, en el año 1907. Años más tarde, en
1921, nacía la Caja de Ahorros Vizcaína.

Estas dos entidades coexistieron con caminos paralelos hasta que en 1990 se fusionaron dando origen a la caja de ahorros Bilbao Bizkaia Kutxa.

Estas entidades surgieron a finales del siglo XIX para fomentar el ahorro y prestar servicios financieros básicos a las clases populares, hasta entonces excluidas del sistema bancario. Las cajas tenían un marcado  carácter  local  o regional  y a diferencia  de  los bancos, constituidos  como  sociedades de capital, carecían de lucro mercantil  y, como  tal, sus excedentes se destinaban a realizar las obras sociales previstas en sus fines específicos, constituir reservas para mayor garantía de los fondos administrados y financiar su propio desarrollo.

Así, las Cajas de Ahorro han tenido un papel crucial en el desarrollo económico  y social de sus territorios  de origen, no sólo por el efecto dinamizador  de su actividad financiera en la economía de estos territorios,  sino también por su protagonismo en el impulso de proyectos industriales de carácter tractor (podemos  comentar los ejemplos de BBK con Iberduero, Petronor, Euskaltel, etc.) y la contribución de sus obras sociales a la mejora del estado de bienestar.

Mantener estos tres ejes de actuación ha sido y sigue siendo el principal compromiso de BBK con Bizkaia.
 
En la actualidad únicamente existen 2 cajas de ahorros a nivel estatal, (Caixa Ontinyent y Caixa Pollença). Sin embargo, en otros países de la UE como Francia, Finlandia o Alemania siguen apostando por esta figura.

En 1990 nacía la Caja de Ahorros BBK como resultado de la Fusión de la Caja de Ahorros
Vizcaína y la Municipal de Bilbao.

Dos décadas después, Caja Sur se incorporó a la originaria BBK y ya en 2012, se unió con las también cajas vascas Vital y Kutxa para crear Kutxabank.

Finalmente, a finales de 2013, se promulgó la Ley de cajas de ahorros y fundaciones bancarias, cuya aplicación motivó la transformación de la caja en Fundación Bancaria.

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