Se acaban de conocer los datos relativos a la inversión, que no gasto, en I+D durante el pasado año y se confirma la percepción. La forma de enfrentarnos a la crisis pandémica ha sido totalmente diferente a cómo impuso Europa la austeridad en otras crisis. Si los ERTE aguantaron los empleos en lo más duro de la pandemia, la inversión en I+D no se ha resentido. Es más, ha crecido incluso con respecto a 2019 hasta alcanzar la cifra récord de 1.490 millones de euros. Eso supone que volvemos a estar por encima del 2% de inversión sobre PIB, con un importante salto porcentual ya que la pandemia tuvo mayor incidencia en el PIB que en la inversión en I+D. Otra de nuestras características que en actividades de I+D se mantiene, es que esa inversión, en casi un 77%, la ejecutan las empresas. Y se consiguió también un pequeño incremento del personal investigador, que queda en 13.629 personas. Una trayectoria en la que se debe perseverar, y que se debería confirmar con los datos de este ejercicio. Si algo nos ha demostrado la pandemia es que solo con investigación y desarrollo tecnológico las sociedades y los países son capaces de superar los desafíos, en este caso sanitarios. La clave, en este sentido, es incorporar a las pymes y orientar la I+D hacia los retos de las tres grandes transiciones globales, algo que el PCTI 2030 establece claramente. Continuemos e insistamos en este buen camino.