“Si bien se lleva tiempo hablando de la transformación digital, no tanto se hace desde la perspectiva del ritmo y la velocidad. La disrupción digital generó primero temor y luego ansiedad. Temor por no quedarse atrás y ansiedad por no saber qué y cómo hacerlo.
Vivimos en una economía donde los consumidores, clientes, pacientes y ciudadanos disponen de acceso fácil y barato a nuevas tecnologías que permiten tomar decisiones rápidas, no solo atendiendo a razones de precio y calidad sino por la propia experiencia de consumo. Vivimos en la economía de la experiencia. Se adquieren productos y servicios que son enviado en pocas horas -incluso minutos- a los respectivos domicilios. El coste del acceso a ellos se abarata, al tiempo que baja el precio del producto o servicio y se amplía la base de clientes. Todo ello con la tecnología en el backstage del proceso y la competitividad en el front. Los nuevos gigantes -como Amazon y Google- proponen nuevos modelos de negocio que obligan a toda la cadena de valor de las empresas a repensar su negocio. De ahí que el temor haya dado paso a la ansiedad del “quiero digitalizarme”.
Para digitalizarse correctamente y con cierto sentido se ha de reflexionar previamente sobre cuál es el posicionamiento que se desea ocupar en esta nueva economía. La clave está en trasformar el modelo de negocio y renacer como compañía digital, distinta, liberada de costes y de restricciones previas y volcada en generar experiencias memorables a los consumidores. Para eso hay que sincronizar el proceso de cambio, renovando la tecnología, definiendo el modelo de negocio y adaptando los procedimientos de trabajo.
Las empresas y las organizaciones vascas llevan tiempo en este proceso. Para su correcta evolución está siendo de vital importancia el soporte y apoyo del Gobierno Vasco y las redes de ciencia y tecnología -así como de las agrupaciones industriales y diversos clústers- poniendo la innovación aplicada en el centro de la estrategia. Este enfoque público-privado es fundamental, como también lo es la voluntad, decisión y valentía del empresariado. Comenzando por las grandes compañías de Euskadi y su papel tractor de la cadena de valor, asegurando así que todo el tejido empresarial e industrial se digitaliza al mismo ritmo y sobre los mismos conceptos: IoT, realidad aumentada, analytics, movilidad, inteligencia artificial, blockchain, cloud, ciberseguridad… un aspecto fundamental a nivel corporación pero también a nivel de planta, donde cada dispositivo IoT puede constituir una brecha potencial.

Euskadi ha cogido la ola de la industria X.0 -como se surfea la ola de Mundaka- para mantenerse en el liderazgo industrial en los próximos años. Desde Accenture, apoyamos con nuestras más de 1.200 personas en Euskadi y previsión de sobrepasar las 1.500 en 2020. Operamos e innovamos para compañías del sector energético en nuestros centros de Digital Customer y Asset Management aplicando robótica e inteligencia artificial. Prestamos servicios tecnológicos y de transformación digital en el sector retail, desde Bilbao para todo el mundo, y estamos ultimando un nuevo centro de Industria X.0 que se integrará y conectará con la red mundial de centros de la compañía global.
No sabemos hasta dónde nos va a llevar la robótica, la Inteligencia artificial, la utilización de datos o la analítica en el diseño, la producción y el consumo. Pero sí sabemos que en este nuevo marco -caracterizado por los movimientos al alza de los tipos de interés, el aumento del precio del petróleo y los riesgos geopolíticos que todos conocemos- la competitividad va a venir asociada fundamentalmente a la innovación aplicada y a la calidad del producto final. Y es ahí donde la Industria X.0, con mayúsculas, tiene mucho que aportar. No hay que tener temor a arriesgarse y funcionar bajo estrategias prueba-error, testando, cambiando, innovando. Hay que inventar para competir en los nuevos espacios y con los nuevos actores. Euskadi lo sabe. Solo queda ajustar la velocidad para asomarse sin miedo al vértigo digital."