Las tecnologías de la información y la comunicación están contribuyendo a convertir nuestras ciudades en entornos capaces de mejorar nuestra calidad de vida, abordando retos técnicamente complejos: el crecimiento demográfico y la concentración de la población, con la consiguiente congestión del tráfico, el impacto en la calidad del aire, el consumo energético o la gestión de residuos, entre muchos otros. Cuando hablamos de ciudades inteligentes, no podemos hacerlo de manera categórica, pues existen casos muy diversos, dependiendo del nivel de desarrollo, prioridades y recursos de cada ciudad. En este sentido, el índice IESE Cities in Motion,