Euskadi cuenta con unos excelentes niveles de seguridad real y percibida y para reforzarlos dispondrá de un nuevo Plan General de Seguridad Pública 2025.
Los datos son claros y presentan a Euskadi como un lugar muy favorable para vivir, donde tanto las condiciones, como la calidad de vida, son indudables. Educación, salud, seguridad y economía, cuatro de los pilares más importantes para sentirse protegido, cuentan con buenas valoraciones por parte de los vascos en un contexto difícil marcado por diversas crisis mundiales. Aunque los últimos años no han sido nada fáciles, Euskadi y su ciudadanía han sabido responder y han podido consolidar su bienestar.
Los presupuestos del Gobierno vasco para el ejercicio 2023 ascienden a 14.250 millones de euros, de los que se destina un 76%, algo más de 10.254 millones, a políticas sociales, siendo Salud y Educación los departamentos que mayor incremento presupuestario presentan. Esto da una muestra de la importancia que la protección social y el desarrollo de iniciativas que favorecen la calidad de vida cobran en la gestión pública de los recursos, que luego se plasman en diferentes índices.
Así, Euskadi, con un valor de 0,936, ocupó el puesto 14 en la clasificación mundial del Índice de Desarrollo Humano (IDH) y el séptimo a nivel estatal. Aunque aún no se ha llegado a los valores anteriores a la pandemia, en 2021 se recuperó la esperanza de vida hasta los 83,7 años y se incrementó la renta bruta per cápita. Según datos elaborados por el Instituto Vasco de Estadística, Eustat, aplicando la metodología del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el que se establece una clasificación mundial de 194 países ordenados en función de sus condiciones de vida, la sociedad vasca se sitúa entre las más desarrolladas del planeta. En concreto, se encuentra a la altura de países como Canadá. España, por su parte, ocupa la posición 27 en este informe del PNUD.
En el período 2010-2021, todos los componentes del IDH de Euskadi mejoraron: la esperanza de vida pasó de 82,4 a 83,7 años, ocupando el séptimo puesto en el ranking mundial; el indicador de años esperados de escolaridad pasó de 18,1 a 18,5 años, colocando a la región en el doceavo puesto; los años promedio de escolaridad pasaron de 10,2 a 11,4 años; la renta nacional bruta per cápita aumentó entre 2010 y 2021 y pasó de 50.877 a 54.791 dólares estadounidenses por delante de países como Australia, Suecia, Alemania, Finlandia, Bélgica o Nueva Zelanda, todos ellos con un IDH superior.
Natalidad y envejecimiento
Cierto es que hay indicadores preocupantes como los relativos a la natalidad que, según Eustat, "se halla en límites excepcionalmente bajos en términos comparativos". En concreto, según los últimos datos correspondiente a 2021, el promedio se situó en 1,25 nacimientos por mujer, media décima más que en el año anterior, pero por debajo de los 1,50 que se dan en la Unión Europea y muy lejos de los 2,7 nacimientos de media habidos en 1976 y de los 2,1 necesarios para el reemplazo generacional.
Euskadi logra recuperar tras la pandemia la esperanza de vida, que se sitúa en los 83,7 años, e incrementa la renta bruta per cápita.
El gasto corriente en salud se situó en los 7.994 millones de euros y alcanzó los 3.650 euros per cápita y desde 2018 el total de gasto ha crecido a una tasa media acumulativa anual del 5,9%.
Esto, junto al incremento de la esperanza de vida, se traducirá en que la población vasca continuará envejeciendo. En concreto bajaría al 15,3% en 2036 y sus efectivos disminuirían en unas 51.000 personas. Se estima que la población adulta, es decir, la de 20 a 64 años de edad, perdería unas 26.900 personas en estos 15 años, equivalente a una reducción del 2,1%, mientras que la de 65 o más años podría aumentar en unas 163.200 personas, por lo que su peso llegaría a alcanzar el 29,3% en 2036.
No obstante, según las Proyecciones Demográficas realizadas por Eustat, en enero de 2036 se contabilizarían 84.900 personas más en Euskadi que en 2021, con una tasa de crecimiento del 0,24% en promedio anual, debido exclusivamente al saldo migratorio. Por el contrario, el saldo natural o vegetativo (nacimientos menos defunciones) será negativo en todo el periodo, lo que provocaría que la población disminuya en 109.900 residentes.
En este sentido, el secretario general de Transición Social y Agenda 2030 del Gobierno vasco, Jonan Fernández, señaló en la inauguración de la jornada organizada por Jakiunde sobre ‘El reto demográfico y los nuevos modelos de familia’, que “el panorama demográfico en Euskadi, en el Estado y en Europa representa un desafío estratégico de primera magnitud para nuestro futuro”. Para dar respuesta al mismo, el Ejecutivo aprobó en junio de 2022 la Estrategia Vasca 2030 para el Reto Demográfico. El documento proyecta una visión integral y progresiva, alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 que implica políticas de vivienda, empleo, educación, sociosanitarias, o de salud, migración y de prestaciones sociales, ayudas, o apoyo al desarrollo de capacidades, así como una doble dimensión urbana y rural, con iniciativas de corto y medio plazo y la cooperación de los cuatro sectores: público, empresarial, tercer sector y familia, junto a redes comunitarias.
Toda la estrategia y actuaciones están informadas por la perspectiva de género. El objetivo es crear las condiciones que permitan que las personas, si así lo eligen, puedan simultanear la maternidad/paternidad con otros aspectos de su proyecto de vida y puedan tener el número de hijos e hijas que deseen, cuando lo deseen. Del mismo modo, la estrategia parte del reconocimiento del profundo proceso de cambio en que se encuentran inmersas las estructuras familiares, las trayectorias de vida familiar y las relaciones intrafamiliares, y busca que esa pluralidad de expresiones familiares cuente con el mismo grado de protección social. En definitiva, se persigue el reconocimiento y apoyo de la diversidad familiar, la igualdad de trato y la no discriminación de personas y familias.
Es referencia preferente de esta estrategia promover la autonomía, vida plena y participación social de las personas mayores a lo largo de todo el ciclo vital, propiciando el aumento de la esperanza de vida saludable y adecuando las políticas, servicios y programas a las expectativas, capacidades o intereses de las diversas generaciones de mayores. Las dificultades de las personas jóvenes para hacer realidad su proyecto de vida son un indicador de déficit muy importante. La promoción de condiciones favorables para la emancipación, sin retrasos provocados por la ausencia de oportunidades, es el eje central de esta estrategia en las políticas de juventud vinculadas al reto demográfico.
Menos paro, pero menos renta personal
Uno de los datos que disminuyeron por culpa del covid fueron los relativos a la renta media de la población, que descendió un 0,9% en 2020. La población de 18 y más años residente en Euskadi obtuvo una renta personal media de 22.343 euros en 2020, 205 euros menos respecto al año anterior, según Eustat. En la distribución territorial, Gipuzkoa mostró una renta más elevada, con 23.512 euros, seguida de Bizkaia con 21.853 euros y de Álava con 21.516 euros.
Un dato a valorar, teniendo en cuenta la complicada situación derivada de la pandemia y de la guerra en Ucrania, entre otras crisis, es que Euskadi cerró 2022 con 110.798 personas desempleadas, un 3,52 % menos que en 2021, según datos del Ministerio de Trabajo. Estas cifras fueron calificadas de "esperanzadoras" por la vicelehendakari segunda y consejera de Trabajo y Empleo del Gobierno vasco, Idoia Mendia, más teniendo en cuenta "las convulsiones de este año", en referencia a 2022, cuando se registraron más afiliados que nunca y más personas con contratos indefinidos. "Las medidas que hemos adoptado han permitido que la actividad económica siguiera a pesar de las dificultades y que se haya seguido contratando gente", afirmó. Además, según Eustat, la tasa de paro, indicador del Objetivo 8 de los ODS, disminuyó en 235 de los 251 municipios de Euskadi entre 2015 y 2021.
Más inversión en salud y seguridad
Directamente relacionada con la calidad de vida están sin duda la salud y la percepción de seguridad por parte de la población vasca. En el primer caso, Euskadi continúa invirtiendo para lograr que su sistema sea cada vez más fuerte y sostenible. En este sentido, el gasto corriente en salud se situó en los 7.994 millones de euros en 2021 y alcanzó los 3.650 euros per cápita, según los últimos datos publicados por Eustat, calculados conforme a la metodología de la OCDE publicados en el Sistema de Cuentas de Salud (System of Health Accounts-SHA 2011). Este volumen de gasto supuso el 10,2% del PIB generado en el año. Desde 2018, el total de gasto corriente en valor absoluto ha crecido a una tasa media acumulativa anual del 5,9%. A su vez, el gasto por habitante se situó en 3.650 euros, lo que supuso un 8,5% más que en 2020.
En cuanto al gasto en protección social per cápita alcanzó los 10.085 euros en 2021, un 3,2% más que en 2020. "Las funciones de vejez y enfermedad/asistencia sanitaria coparon casi el 70% del gasto en protección social", indica Eustat. En términos absolutos, el gasto se situó en 22.084 millones de euros, 620 millones más que en 2020.
Asimismo, el Gobierno vasco pretende aumentar los ya de por sí "excelentes niveles de seguridad real y percibida" y para ello contará con su nuevo Plan General de Seguridad Pública 2025 para situar al País Vasco como un "referente europeo", según afirmó el consejero de Seguridad del Gobierno vasco, Josu Erkoreka. El objetivo es que el indicador de la percepción de la ciudadanía se sitúe por encima del 7,5 en el año 2025 (la última medición de 2019 se cifró en 6,93) y que la valoración ciudadana de los servicios policiales se sitúe entre el 7,5 y el 8,5 en el 2025. Todo ello para contribuir a que Euskadi siga contando con una gran calidad de vida y sea un lugar donde las personas elijan vivir para siempre.
Puente Bizkaia, 130 años de belleza sin igual
Bizkaia ha sido pionera en muchas cosas, una de ellas, que muchos vascos no sabemos, es que un grupo de vizcaínos de hace siglo y cuarto, con Alberto de Palacio a la cabeza, idearon, diseñaron, construyeron, pusieron en marcha y luego extendieron por el mundo, una novedad radical que el tiempo casi nos ha hecho olvidar: El Puente Trasbordador, de cuya casta o saga, nuestro Puente Bizkaia es el número uno, Patrimonio Mundial, un monumento universal convertido en un hito de la Historia del Arte Industrial, admirado por su grandeza, espectacularidad y funcionalidad. Esta modalidad de puente, surge con una vocación muy concreta y con un destino muy centrado en un entorno físico y de actividad: En el último cuarto del siglo XIX, el transporte marítimo se mecaniza y multiplica de forma notable, los barcos se hacen amayores y simultanean la vela y el vapor a la vez que la actividad portuaria y el poblamiento tienden a bajar hacia la línea de costa desde los antiguos puertos interiores. Estas tendencias transforman a los estuarios y partes finales de rías en hervideros de actividad. El modelo genuino de puente trasbordador consigue la esbeltez de su tablero recurriendo a un atirantado del mismo desde las altas torres mediante cables bien sean rectos o ‘estays’ o bien parabólicos con péndolas verticales, llegándose a luces increíbles de más de 300 metros como en el de Widnes-Runcorn, pero también se ejecutaron varios con tableros auto-resistentes o con verdaderos pórticos para las luces más modestas aunque fuera al precio de sacrificar la belleza canónica de los primeros diseños. Su autor, Alberto de Palacio, soñador y científico a la vez, diseñó este Puente Movible adelantándose a lo ya moderno y consiguió financiarlo y construirlo, haciéndolo icono de la Bizkaia laboriosa y comedida y pórtico bajo el cual pasaban los orgullosos mercantes para llevar a todo el mundo noticias de este próspero rincón y para traer desde confines muy lejanos a quienes volvían para comprobar semejante prodigio social que estaba transformando la ría y su entorno. Este puente vivo de cuerpo de hierro y corazón de carbón al rojo, fue uno de los primeros pasos para consolidar la urbanización del final de la margen derecha de la ría que en ciento treinta años fue precursora de los cambios que –primero el carbón y el acero y luego el petróleo y lo sintético- traerían a un mundo que ahora, atacado masivamente por un virus nuevo tras otro, se debate sobre si habremos ido o no muy rápido en esta carrera. Aquí, bajo los pórticos de acero que diseñara hace 140 años Alberto, oigo muy a menudo cosas bellas. Se las oigo a gentes de cerca y a los que susurran en otros idiomas y todas ellas son de admiración… y de proyectos para volver otra vez con no sé quién, porque ha sido muy interesante…