"El valor de la persona emprendedora en Euskadi"

María Saiz, presidenta del Observatorio Vasco de Emprendimiento

María Saiz, presidenta del Observatorio Vasco de Emprendimiento Foto: Observatorio Vasco de Emprendimiento

Las personas emprendedoras en Euskadi tienen un valor económico, empresarial y social estratégico en nuestro entorno. Son agentes clave como motores de la innovación y del empleo, especialmente, en un contexto de incertidumbre como el actual.
La tasa de emprendimiento en Euskadi no ha sufrido variaciones reseñables en las últimas dos décadas, con un dato estable de población emprendiendo que oscila entre el 5% y el 5,5% cada año. Entonces, ¿cuáles son las claves que caracterizan la evolución del ecosistema emprendedor vasco en los últimos años? La persona emprendedora ahora tiene un perfil diferente, sus motivaciones para emprender han cambiado y el contexto para emprendedor ha evolucionado positivamente.
El año 2022 representa dos hitos históricos del ecosistema emprendedor vasco. En primer lugar, el contexto para emprender de la CAPV, lidera el ranking de valoración estatal, superando la media de la Unión Europea y de Estados Unidos, así destacando como ecosistema especialmente atractivo para emprender. En segundo lugar, por primera vez, las mujeres emprendedoras vascas superan a los hombres en el impulso de nuevos negocios.
Las personas emprendedoras vascas son las verdaderas protagonistas de estos hitos en una situación socio-económico especialmente compleja. Incluso con las múltiples crisis que nos han acechado los últimos años, hemos observado como la intención emprendedora de la población vasca se ha incrementado y resulta admirable que la intensidad emprendedora naciente se haya mantenido estable. Sin embargo, los datos GEM, Global Entrepreneurship Monitor, de la CAPV indican con claridad que la incertidumbre pospandémica, inflacionista y bélica que las rodea está dificultando el desarrollo y consolidación de proyectos.
Tal y como adelantábamos al comienzo, el perfil de la persona emprendedora vasca ha ido cambiando a lo largo de los años. Entonces, ¿quién es esa persona que ha tenido la valentía de crear un nuevo negocio, de innovar y de crear empleo en un contexto de dificultades tan acusadas como las que vivimos? Pues se trata de una persona de edad madura (44 años de media), muy formada (el 60% tienen un nivel de educación superior y pos-universitaria) y parte de un nivel de renta un tercio superior. 
Además, el año 2022 representa un impulso muy relevante para la mujer emprendedora vasca. Por primera vez en la serie histórica de datos Global Entrepreneurship Monitor CAPV, la mujer emprendedora supera al colectivo masculino. Ha pasado de una brecha muy importante de cinco puntos en 2004 a superarla con medio punto de ventaja en 2022. Ellas tienen una edad media similar, 43 años, están más formadas, pero parten con una menor renta que ellos. 
Los recursos financieros para emprender también muestran una diferencia de género muy elevada. Ellas emprenden con poco más de 15.000 euros y ellos con 30.000, por término medio. Los ahorros personales siguen siendo el recurso más habitual para ambos sexos en un año en el que se observa un importante incremento de la financiación pública.
Los emprendimientos en Euskadi están centrados en el sector servicios, en general, y durante el año 2022 los servicios avanzados han marcado un máximo histórico. Esto ha supuesto la recuperación de datos de innovación radical y con ella la intensidad internacional del emprendimiento vasco. Como contrapunto a esta tendencia los datos muestran un descenso en el emprendimiento industrial y también un incremento del fenómeno del autoempleo. 
Asimismo, es importante señalar que las personas emprendedoras vascas muestran predisposición digital (más numerosa entre las mujeres) y un elevado compromiso social y medioambiental, de nuevo más presente en el colectivo femenino y que nos posiciona como territorio comprometido en el ámbito estatal.
En todo caso, los tres grandes obstáculos al emprendimiento en nuestro entorno no han cambiado. El miedo al fracaso, la baja identificación de oportunidades y el escaso reconocimiento de referentes son los mayores frenos reconocidos por las personas que emprenden un negocio. Esto exige mejorar nuestro ecosistema de apoyo al emprendimiento de manera decidida integrando las políticas de educación, de promoción económica y de empleo.

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