Comercio, grandes eventos y proyectos culturales dinamizan la nueva economía

Beatriz Herráez, directora de Artium. Foto: José Mari Martínez

En estos 30 últimos años surgieron en Euskadi grandes centros de compras y se crearon importantes centros feriales y de congresos, como BEC, Euskalduna y Kursaal, y museos, como Guggenheim o Artium. Los últimos 30 años en el mundo del comercio, los congresos y la cultura en Euskadi han dado para mucho. La transformación ha sido enorme y tiene nombres propios. Uno de ellos es Max Center, inaugurado en mayo de 1994 e impulsado por Eroski y su hipermercado, se convirtió en uno de los mayores centros comerciales del País Vasco, un lugar que actualmente visitan seis millones de personas al año. Otro ejemplo es Garbera, en Donostia, inaugurado en 1997 que acaba de vivir una gran revolución con una ampliación en la que ha invertido 130 millones de euros.
La inauguración del Palacio Euskalduna y del Palacio Kursaal en 1999 cambió por completo la forma de celebrar congresos en Euskadi e impulsó este sector, lo mismo que ocurrió con Bilbao Exhibition Centre (BEC) en 2004, un proyecto que solo en 2022 logró un impacto económico sobre el PIB de 135,3 millones de euros y celebró 232 eventos con más de 620.000 visitantes. También cabe destacar BBK Live que comenzó su andadura en 2006 y logró que Euskadi empezara a formar parte del circuito de grandes festivales de música. 
El valor de la cultura
Y todo ello sin olvidar, en el ámbito cultural, la inauguración del Museo Guggenheim en 1997 en Bilbao y Artium en 2002 en Vitoria-Gasteiz, que cambiaron la historia de la cultura en Euskadi. La directora de Artium, Beatriz Herráez, participó en ESTRATEGIA Topagunea 30 aniversario, donde aseguró que el papel de la cultura ha sido también “de cambio y de transformación desde los años 90”. “Un cambio en las inversiones desde el ámbito público que han tenido un impacto muy importante tanto en el paisaje urbanístico y arquitectónico como en la economía”, destacó. 
Herráez consideró que estos espacios han sido “motores económicos”, no sólo porque han logrado atraer visitantes y turistas, sino también por lo que ha implicado para el propio sector de artistas, trabajadores culturales o historiadores. “El espacio de trabajo de los museos o centros de arte es ‘glocal’, es decir, tienen una proyección hacia fuera con un empleo de tejido propio. Cuando alguien se acerca a una exposición es difícil contarle todo lo que hay detrás, pero hay sectores y gremios muy diversos. Eso hay que ponerlo en valor”, defendió. En este punto consideró que es muy importante “trabajar en red” y conseguir que museos de diferentes territorios colaboren para que puedan “proyectarse fuera, generando y dando oportunidades a los creadores y creadores” locales. 
La directora de Artium indicó también que una “sociedad que demanda cultura, que tiene espacios culturales, es una sociedad que se transforma, se enriquece y se hace mejor”. “La cultura y el arte contemporáneo nos permite pensar o actualizar el pasado y ser capaces de proyectarnos en el futuro”.

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