ACR alcanza una cartera de 300 millones tras sumar 13 proyectos, tres de ellos en Euskadi

La compañía, que ha renovado su marca, reitera su apuesta por la industrialización del sector

Michel Elizalde, CEO de ACR, durante la presentación de la nueva marca de la constructora.

En un contexto de mercado caracterizado por la incertidumbre de la pandemia, en el que los costes de construcción subieron un 13,5% interanual hasta septiembre, ACR continúa en una trayectoria ascendente; su cartera de obra se sitúa ya en 300 millones tras contratar 13 proyectos por importe de 148 millones hasta el mes de julio.

La La constructora ACR alcanzó a finales de julio una cartera de trabajo de 300 millones de euros, tras contratar 13 proyectos por importe de 148 millones. De ellos, tres se desarrollan en el País Vasco y uno en Navarra, con un presupuesto conjunto que ronda los nueve millones de euros. Con estas cifras, ACR cumple su objetivo de consolidar “un tamaño de compañía con el que nos sentimos muy cómodos y que no queremos rebasar, porque nos permite centrarnos en nuestra apuesta por la industrialización y en un marco de relación colaborativa”, según explicó el CEO de la compañía, Michel Elizalde, al realizar un balance de la actividad en el último año.
ACR logró en 2020 un beneficio antes de impuestos de 3,3 millones de euros, un 54% superior al registrado en 2019. Este resultado estuvo acompañado de unas ventas de 243 millones (un aumento del 45,7%) y una cartera valorada en 254 millones a 31 de diciembre de 2020. En este contexto, al cierre de julio, las ventas de se situaban en 123 millones, en línea con las previsiones de la compañía.
“Estamos muy satisfechos –dijo Michel Elizalde– porque el contexto de mercado en el primer semestre ha sido complejo, todavía afectado por la incertidumbre de la pandemia, que ha alargado los procesos de contratación, y con los costes de construcción al alza. Aun así, hemos cumplido nuestros objetivos de contratación y las ventas se han situado en el marco esperado”.
Costes de la construcción
Michel Elizalde realizó un repaso sobre el contexto de mercado, en el que los costes de construcción en edificación residencial subieron un 13,5% interanual hasta septiembre de 2021, frente al descenso del 1,7% que registraban un año atrás, lo que supone que los precios se han disparado más de un 10% en tan solo nueve meses, según refleja el índice de Costes Directos de Construcción que elabora ACR.
Las subidas registradas en los últimos meses se deben, en gran medida, a la escalada de precios de materias primas, como la madera, el aluminio o el cobre. Destaca el precio del acero, que ha subido un 35% en nueve meses. “Esto supone que hacer una estructura hoy cuesta un 28% más que hace un año”, destacó el CEO de ACR. Otras subidas significativas son las correspondientes a cimentaciones (23,5%) o carpintería de madera (18,3%), seguidas de pintura (9,5%) o vidriería (8,9%).
A esto hay que añadir las subidas en el coste de la mano de obra que estuvo contenido durante la pandemia, una tendencia bajista que se ha invertido una vez que se ha recuperado el ritmo habitual de los proyectos y despejado incertidumbres, con un mercado residencial muy dinámico. “Hay demanda para la compra de 140.000 viviendas al año, pero el sector solo es capaz de producir a un ritmo de entre 80.000 y 90.000 unidades al año, lo que continuará tirando al alza de los precios”, precisó Elizalde.
Una situación que solo se puede revertir “colaborando entre todos los actores y recorriendo el camino sin retorno hacia un modelo industrial”, dijo, cuyas condiciones laborales de seguridad, estabilidad y confort, son más atractivas para los jóvenes. “Un modelo de construcción más respetuoso con el medio ambiente y que contempla mayores estándares de calidad, por no hablar de las ventajas que ofrece a promotores y constructores en materia de control de costes y plazos”, indicó.
Elizalde explicó que este contexto de precios ha tenido un impacto en la rentabilidad de la compañía “totalmente asumible, ya que hemos mantenido nuestro criterio de prudencia en las decisiones de contratación, sin correr riesgos innecesarios”. Un criterio que, a su juicio, debería guiar todas las decisiones que tomen en este momento cada uno de los actores que forma parte de la cadena de producción.
Alianzas estratégicas en industrialización
Por otro lado, el CEO de ACR subrayó que la compañía está “convencida de que una construcción responsable es posible y para ello, el sector debe evolucionar sin excusas y sin demora hacia un modelo industrial”.
En este marco, la constructora ya ha articulado alianzas con fabricantes nacionales e internacionales, especializados en diferentes sistemas y tecnologías, que, “apoyados en nuestra dilatada experiencia a nivel técnico, nos permiten buscar la solución más adecuada para cada proyecto, ya sea a través de sistemas de ‘steel framing’, madera, sistemas híbridos, hormigón o construcción modular”, ha declarado.
Además, la constructora navarra está teniendo muy buenas experiencias en proyectos desarrollados bajo procesos colaborativos, que ya representan el 20% de su cartera, con 22 proyectos en diferentes fases de desarrollo, siete de ellos ya en obra, presentando excelentes resultados. “El objetivo es avanzar hacia modelos de colaboración total como los Integrated Project Delivery (IPD), ya con presencia en nuestro portfolio”, precisó Elizalde.
También cabe destacar el dinamismo de su actividad innovadora, donde la constructora de origen navarro ha certificado 16 proyectos como I+D+i en tan solo tres años y cuenta con otros cinco proyectos en marcha relacionados con economía circular, eficiencia energética, digitalización y construcción 4.0 e inteligencia artificial y robótica. En concreto, la firma invierte un 0,7% de su facturación en innovación.
Además, la compañía, pionera en la aplicación de LEAN Construction, está inmersa en una nueva revisión de sus procesos, inspirada en su filosofía de mejora continua, y ya aplica Last Planner System y 5S a todas sus obras, y modela en BIM todos sus proyectos desde la fase de estudio.
La constructora ACR alcanzó a finales de julio una cartera de trabajo de 300 millones de euros, tras contratar 13 proyectos por importe de 148 millones. De ellos, tres se desarrollan en el País Vasco y uno en la Comunidad Foral de Navarra, con un presupuesto conjunto que ronda los nueve millones de euros.
Con estas cifras, ACR cumple su objetivo de consolidar “un tamaño de compañía con el que nos sentimos muy cómodos y que no queremos rebasar, porque nos permite centrarnos en nuestra apuesta por la industrialización y en un marco de relación colaborativa”, según explicó el CEO de la compañía, Michel Elizalde, al realizar un balance de la actividad en el último año.
Según Elizalde, ACR alcanzó en 2020 un beneficio antes de impuestos de 3,3 millones de euros, un 54% superior al registrado en 2019. Este resultado estuvo acompañado de unas ventas de 243 millones de euros (un aumento del 45,7%) y una cartera valorada en 254 millones a 31 de diciembre de 2020.
En este contexto, al cierre de julio, las ventas de se situaban en 123 millones, en línea con las previsiones de la compañía. “Estamos muy satisfechos porque el contexto de mercado durante el primer semestre ha sido complejo; todavía afectado por la incertidumbre de la pandemia, que ha alargado los procesos de contratación, y con los costes de construcción al alza. Aun así, hemos cumplido nuestros objetivos de contratación y las ventas se han situado en el marco esperado”, detalló.

Responsabilidad, innovación y sostenibilidad

Además de realizar un balance de la actividad en el último año y detallar los planes de la constructora para el medio y largo plazo, definidos en su Plan Estratégico, el CEO de ACR, Michel Elizalde, presentó la nueva marca de la compañía, “un potente cambio de identidad –dijo– que reinventa su logo y su línea gráfica para reflejar la esencia definida en su propósito corporativo: liderar la transformación de la construcción hacia una industria cada vez más responsable, innovadora y sostenible”. La compañía ha impulsado un cambio de imagen cuya seña más relevante es el logotipo, que deja atrás el término ‘Grupo’ y da paso a un símbolo monocromático, limpio, moderno y actual. Combina formas curvas, en alusión al lado más humano, sostenible y colaborador de la empresa, con líneas rectas, para reflejar su vertiente tecnológica, innovadora e industrial. La nueva marca nace “tras una profunda reflexión a nivel interno” que se concreta en su propósito corporativo; un proceso en el que ha estado asesorada por la firma Prodigioso Volcán, que también ha diseñado el nuevo logotipo y todo el universo gráfico que lo acompaña. Según explicó Michel Elizalde, esta nueva marca “es mucho más que un cambio de imagen, ya que refleja nuestra forma de entender y llevar a cabo la construcción y nuestro compromiso para desarrollar nuestra actividad de una forma cada vez más responsable con las personas y con el planeta, progresando hacia un modelo industrial, apoyados en la innovación, la tecnología y la colaboración, entendida en su versión más radical”.

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