El desarrollo de energías renovables, como la eólica o la fotovoltaica, en Euskadi se enfrenta no solo al reto de la inversión y financiación, sino también al rechazo social a las infraestructuras y a la insuficiente capacidad de las redes eléctricas, especialmente de distribución, en territorios como Álava. Las demoras en su expansión y modernización han convertido a las redes eléctricas en un cuello de botella para nuevas inversiones industriales, tanto en sectores emergentes (computación y centros de datos, baterías y almacenamiento, movilidad eléctrica, etc.) como en proyectos de descarbonización de las empresas intensivas en energía.