El cliente actual, ya sea un consumidor final o una empresa, está saturado de información, tiene claro lo que necesita, y muchas veces demanda un producto único (y una única unidad), que en ocasiones ni siquiera existe. Parece que el futuro es brillante para aquellas empresas que sean capaces de dar solución (de forma rentable) a esta demanda, donde la eficiencia en la fabricación es la clave. Todo iba bien, fabricábamos series largas de forma estable y controlada, con margen y competíamos con nuestro competidor, el de siempre. A veces ganábamos, a veces perdíamos. De repente, un cliente dejó de comprarnos. Hizo un pedido a China (¡a China!