Una edición limitada de 57 unidades de ‘Jazzaldiaren besarkada’, el cartel de la pasada edición del Jazzaldia de Donostia, obra de Ane Pikaza, se ha podido adquirir este año por primera vez en formato NFT, entre otras cosas gracias a la startup donostiarra Bakarts que hace unos meses comenzó su andadura en este nuevo universo digital que se le abre al mundo del arte. Koldo García, cofundador de Bakarts, nos lo explica.

¿Qué es un NFT?
Se piensa que un NFT es una obra de arte digital pero es un certificado digital, un certificado de autoría, de propiedad. Para que tenga valor tiene que ser inmutable, infalsificable, trazable, que puedas ver quiénes han sido sus propietarios… Un NFT es como el título de propiedad de una casa. Sin ese título no puedes demostrar que es tuya. 

¿Por detrás está la tecnología ‘blockchain’?
El mundo NFT se basa en la tecnología ‘blockchain’. Es como un libro contable en el que se registran operaciones: la titularidad de una obra de arte, una venta…  Cada página del ‘libro contable’ contiene una información que debe encajar en el siguiente bloque se genera. Si modificas la forma de un bloque, el siguiente ya no engancha, lo que hace que las páginas de este libro contable sean prácticamente infalsificables.

¿Cómo se aplica al arte?
Una nueva generación de artistas está trabajando en formato digital y ya hay público acostumbrado a consumir e incluso comprar ese tipo de activos. La combinación de que los soportes cambian y de que haya un público dispuesto a comprar esos activos hace que los NFT aporten seguridad en transacciones con bienes digitales, que tengas un certificado de autoría. 

¿Tiene aplicación en otros sectores?
Se puede aplicar en cualquier ámbito que necesite una certificación, una trazabilidad. Por poner un ejemplo, aceites: en qué almazara se han producido, a qué distribuidor han llegado... En el campo de la notaría seguro que los NFT van a entrar. Veremos cuánta resistencia ponen los sectores tradicionales porque son tecnologías que pueden percibirse como una amenaza para el sector al que afectan.

¿Cómo surge Bakarts?
Llevo años trabajando en el sector de nuevas tecnologías y llevaba tiempo dándole vueltas a cómo aplicar la parte de ‘blockchain’ al mundo del arte. Y una es la parte de los NFT. Junto a José Mari Rivero, que tenía la misma inquietud, hemos lanzado una startup que pretende ayudar a artistas y organizaciones culturales a explorar esta tecnología como canal de venta y de difusión.
¿Cómo valoran la experiencia con el cartel del Jazzaldia?
La acogida ha sido muy buena y puede ser el primer paso para desarrollar una estrategia de lanzamiento de contenidos en NFT.

¿Cuál es su próximo paso?
A principios de octubre tendremos una primera versión de la tienda en la web. Estamos preparando el calendario de lanzamiento de invierno con media docena de artistas guipuzcoanos, vamos a lanzar los NFT de ‘Silvia and the spyglass’, una galería que acaba de crear una experiencia de realidad virtual y estamos hablando con dos museos que se han mostrado receptivos. 

“Los NFT se pueden aplicar en cualquier sector que necesite una certificación, una trazabilidad”

¿Qué valor añadido aporta Bakarts?
Resolvemos áreas clave como el tema tributario, los contratos legales, los derechos… Y allanamos todo el desembarco en la tecnología que al artista le puede llegar a quedar grande. 

¿Qué nuevos retos se marca la empresa?
El lanzamiento de artistas y demostrar que puede ser una canal de comercialización para sus obras. Y probar que es una herramienta valida para organizaciones culturales a la hora de fidelizar al público.

¿Cómo prevén el 2023?
Estamos testando un producto mínimo viable gracias a una ayuda de SPRI, saber si somos capaces de vender y bajo qué circunstancias. Nos hemos puesto como horizonte mediados de 2023 y en ese momento tendremos que financiarnos hasta ser sostenibles por nosotros mismos.