“El liderazgo actual también está sujeto a innovación”

Javier Martínez Ojinaga, consejero de CAF y consejero de APD Zona Norte

Javier Martínez Ojinaga, consejero de CAF
y consejero de APD Zona Norte.

La transformación digital que afecta a las empresas también está impactando en los recursos humanos y en el liderazgo. En este sentido, el consejero de CAF y consejero de APD Zona Norte, Javier Martínez Ojinaga, considera que el liderazgo “está transformándose y el liderazgo también está sujeto a innovación”, aunque los elementos más estructurales se mantienen. Es contundente al asegurar que la alta dirección tiene que asumir como propia la estrategia de innovación y advierte de la importancia del factor velocidad, en los cambios actuales.
La innovación empresarial es ya una obligación para la supervivencia de las empresas, ¿cómo se debe afrontar esta estrategia?
Con ambición, impulsada desde los niveles más altos de la organización. La estrategia tomará forma propia y particular en cada empresa, pero me parece crítico, en cualquier caso, definirla y ejecutarla próximos al mercado. Cuanto mejor sea el conocimiento del mercado en el que competimos, y mayor nuestra cercanía a los clientes, mejor trazaremos los ejes estratégicos de crecimiento, y mayor será nuestra capacidad de corregir desviaciones en el camino. Junto a esta variable mercado y cliente, destacaría también, como aspectos básicos, la inversión sostenida en tecnología, y el compromiso con el proyecto de las personas que forman la empresa.
La interacción entre personas y tecnología, ¿cómo está incidiendo en el capital humano de las empresas?
En múltiples dimensiones, desde la más general recogida en el debate sobre el propio futuro del trabajo hasta la más concreta del impacto en las estructuras organizativas, los procesos de trabajo y los modelos de relación, pasando por, entre otras realidades, lo que se ha venido en llamar la guerra por el talento. En todo caso, es un proceso exigente para personas y organizaciones, porque toda transformación lo es, y esta digital, especialmente para determinadas generaciones, probablemente aún más. Cambiar de pregunta, y plantearla en términos de cuál es el modo en que la tecnología nos puede ayudar, seguramente no sea una mala aproximación.
¿Qué implicaciones tienen el CFO y los equipos multidisciplinares en la transformación digital?
La multidisciplinariedad es esencial, porque bajo el paraguas de la transformación digital hablamos no sólo de mejorar procesos para hacerlos más rápidos, de mayor calidad y de menor coste, plano en el que el expertise funcional de área podría quizá ser suficiente, sino de cambios en los productos y servicios que la compañía ofrece, e incluso en su propio modelo de negocio, y en este segundo plano la transversalidad es condición necesaria.


¿Se ha convertido el ‘big data’ y otras tecnologías emergentes en un elemento fundamental del sistema IT empresarial?
Sí, como también lo son todo el conjunto de tecnologías que se integran en los modelos de fabricación avanzada. Y es una evolución que todas las empresas deben afrontar, aunque seguramente de manera diferenciada: todas en la misma dirección, pero ni todas al mismo ritmo, ni partiendo desde el mismo punto inicial, y ni tan siquiera con el mismo punto de posicionamiento como objetivo final. Resulta aconsejable aterrizar la pregunta a la realidad específica de cada organización, y preguntarnos por cómo los desarrollos tecnológicos y la revolución digital nos pueden ayudar, en concreto a nuestra empresa, a mejorar los productos y servicios que ofrecemos, y la manera en que los producimos. En el caso de CAF, por ejemplo, esta doble dimensión la hemos identificado con las iniciativas del ‘Tren Digital’ y la ‘Factoría Digital’, respectivamente.

No es sencillo, sin embargo, visualizar el impacto de la revolución digital que menciona en la estrategia de las empresas

Efectivamente, porque las inercias tienen peso, y podemos minusvalorar no sólo el impacto del cambio sino también la velocidad con la que este se está produciendo. Un primer paso debiera ser, de hecho, elevar el propio nivel de conocimiento de la organización, para poder entender adecuadamente la nueva realidad, y, al mismo tiempo, eliminar los miedos, que son humanos y siempre existen. A partir de ahí, un diseño adecuado de los procesos de innovación, con sus pilotos, fases y puntos de prueba, y una buena priorización de las iniciativas, evitando los riesgos de una profusión, en ocasiones incluso contradictoria, de las mismas, pueden ser también de mucha ayuda.

«La transformación digital la deben afrontar todas las empresas, aunque seguramente de manera diferenciada»


«No podemos minusvalorar el impacto del cambio ni la velocidad a la que se produce»

Destaca la velocidad de los cambios, ¿es una variable tan relevante?
Sí, no sólo porque todo va de suyo más acelerado, sino porque en este momento una parte creciente de, por ejemplo, la experiencia del cliente se está haciendo ella misma digital. Pensemos en la validación virtual de un producto. La interacción del cliente con la funcionalidad es tan inmediata, que inevitablemente hace crecer las expectativas sobre las propias posibilidades del producto, lo cual, a su vez, hace crecer enormemente el nivel de exigencia al área de ingeniería.
Y en esta nueva era digital ¿qué elementos caracterizan el liderazgo?
Nadie pone duda de que las organizaciones y las personas en las que se hace realidad ese liderazgo están transformándose, y en este sentido también el liderazgo está sujeto a innovación, pero si nos centramos en lo más estructural, probablemente los elementos no sean muy diferentes de los que podemos encontrar en los clásicos del ‘management’, asociándolo a la visión a largo plazo, el acierto en las decisiones a corto, y una comunicación efectiva basada en el ejemplo personal y los valores.

Avanzando en el siglo XXI, ¿qué tendencias tecnológicas se atisban en el horizonte de la dirección y gestión de empresas?

Los datos, la inteligencia artificial, la realidad virtual y aumentada, el internet de las cosas, la impresión 3D o la robótica son los temas que más recurrentemente aparecen cuando hablamos de tendencias tecnológicas que afectan a la dirección y gestión de empresas, pero no sólo por su impacto directo en nuestros productos y servicios y en nuestros procesos, sino también por los cambios estructurales en la economía y en la sociedad en los que nuestra actividad empresarial tiene lugar.
De hecho, el 5º Congreso Nacional de Directivos de APD, bajo el título de ‘La Empresa Humana’, se pregunta por las consecuencias del impacto de la tecnología.
Efectivamente, porque, aunque es verdad que el contexto es incierto, no lo es menos que no podemos permitirnos el lujo de elegir un mal rumbo. Y más allá de los factores de riesgo a corto plazo, lo geoeconómico es probablemente el más claro, nuestras empresas, los mercados en los que competimos, y la economía y la sociedad en su conjunto, están siendo afectados profundamente por estos cambios tecnológicos.

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