Supongo que comenzar un artículo sobre el balance de esta legislatura rehusando el amable ofrecimiento de Estrategia Empresarial para realizarlo resulta poco o nada ortodoxo, incluso tosco. Pero, sinceramente, creo que no es tiempo de balance, por mucho que la fuerza de la costumbre política así lo indique. Confío en que la explicación que sigue endulce este regusto amargo que, probablemente, han podido dejar estas primeras frases tan inesperadas. Nada más lejos de mi intención. Y, además, lo importante no es cómo empiezan las cosas, sino cómo terminan. Me pregunto si habrá algún futbolista a quien no le guste disputar el Mundial. O si habr