Actualmente estamos inmersos en un cambio de paradigma competitivo. Atrás quedó aquel modelo en el que la competitividad era el fin último del desarrollo territorial, y los indicadores económicos (principalmente el PIB) eran utilizados como reflejo del progreso social. Stiglitz (2013) puso de manifiesto las limitaciones de este sistema, y reivindicó la necesidad de incluir otro tipo de mediciones que reflejaran el bienestar real de una sociedad. Esa preocupación se ha extendido y en los últimos años han surgido diferentes iniciativas (Agenda “Beyond GDP”, Informe de Competitividad del País Vasco 2017, Objetivos de Desarrollo Sostenible – ON