Terminábamos este editorial hace 15 días apuntando que el resultado electoral en Estados Unidos podría ser determinante para mantener el aterrizaje suave de la economía mundial. Un presidente inclinado al proteccionismo y que desdeñe a las organizaciones internacionales levantaba suspicacias. Finalmente, la posibilidad se ha confirmado y en enero Donald Trump volverá a la Casa Blanca.

Tras las reacciones iniciales y la euforia de Wall Street, aún es pronto para ver las consecuencias que podría tener para la economía vasca, pero diferentes sectores ya están en alerta. Los más inmediatos: las actividades relacionadas con la descarbonización y las energías renovables, ante la posibilidad de que el presidente electo revierta muchas políticas climáticas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero; y la automoción, que se podría ver lastrada gravemente si mantiene su promesa de gravar con importantes aranceles la venta de vehículos extranjeros. Algo que se podría extender a otras importaciones, porque los esfuerzos de Estados Unidos por frenar el avance económico y tecnológico de China pueden suponer daños colaterales para Europa. Así que se anuncian cuatro años de políticas proteccionistas en EE.UU. que pueden suponer un punto de inflexión para la globalización y las reglas comerciales.

Un panorama sombrío que, además, llega a Europa en un momento complicado, con la ‘locomotora’ alemana a medio gas, al que se junta ahora una crisis institucional con la ruptura de la coalición de Gobierno; y con un grave problema en el sector automotriz a nivel continental, que ya anuncia cierres de plantas en Alemania (VW) y Francia (Michelin).

De todas formas, todas estas reflexiones se quedan pequeñas ante la terrible tragedia que ha sufrido Valencia. Por ello, es obligado terminar estas líneas con un mensaje de apoyo y solidaridad para esa comunidad, sus personas y sus empresas. Ahora toca apoyarles para que recuperen cuanto antes la normalidad.