“Nada humano me es ajeno”. Esta ha sido mi primera idea cuando he recibido la propuesta de redactar este artículo sobre el presente y el futuro del sector de la logística en Euskadi. Porque hace ya unos años que cualquier previsión sectorial está sujeta a imponderables coyunturales excepcionales. Sociales, económicos, políticos, bélicos...

Superamos la pandemia con nota como sector. Resiliente y preparado, así lo resumiría. Resiliente para adaptarse a una circunstancia nunca prevista. Preparado porque sólo la transformación digital que ya se había iniciado permitió responder al desafío de una logística en remoto. Aún recuperándose de aquella situación, llegó la guerra de Ucrania. De nuevo, corredores terrestres, aéreos y marítimos comprometían nuestro abastecimiento. Con perdón por las verdaderas víctimas, los ciudadanos de aquellos territorios. Así es la condición humana: escribimos sobre la disrupción de las cadenas de suministro mientras personas como nosotros luchan por su supervivencia. También de Ucrania salió el sector. Optimización de rutas para recuperar la distribución, por ejemplo.

Con el apoyo de las administraciones, las cicatrices de estos acontecimientos sanan con fondos regionales y europeos de apoyo a la innovación. El sector de la logística estaba preparado, pero necesita continuar adaptándose. Para proporcionar un servicio cada vez mejor a proveedores y clientes. Y porque la urgencia climática apunta al transporte, parte sustancial de la cadena de suministro. Esos fondos apoyan no sólo la recuperación industrial sino la doble transformación digital y medioambiental.

Así, el sector se zambulle en electricidad, hidrógeno o biocombustibles para llegar a 2030 con los deberes del efecto invernadero hechos: reducir un 55% las emisiones. Eso, por lo que respecta a la energía. Ligado a ella, Euskadi sitúa en posiciones de liderazgo productos como autobuses 100% eléctricos cero emisiones, de hidrógeno, camiones eléctricos o el tren de hidrógeno. E iniciativas pioneras de distribución de hidrógeno o cargadores ultrarrápidos.

El sector también está inmerso en completar su digitalización y avanzar en automatización. Ambos continúan siendo la palanca de cambio para la eficiencia y la sostenibilidad. Con toda la tecnología que conlleva. Inteligencia artificial, visión artificial, robótica, sensórica, ‘big data’, ‘blockchain’ son los amigos de la trazabilidad, de la optimización de rutas, de flujos, del almacenaje inteligente y automático, del control de stocks, de la gestión inteligente… De la logística del futuro, que en realidad es presente.

Todo ello, con permiso de la realidad, que no debe estropear tan buenas noticias, por más que miremos por el retrovisor la guerra de Israel; por el parabrisas el atasco agrícola; y con las luces de cruce el polvorín de Oriente Medio. Nada humano nos es ajeno desde hace ya 2024 años.