Cerca de medio millar de empresas, entidades públicas y donantes anónimos han colaborado en la lucha contra la pandemia del Covid-19 en Euskadi, donando a Osakidetza materiales de protección sanitaria, alimentos, dinero o facilitando el uso de sus instalaciones. A la luz de la crisis actual, la filantropía ha sido ‘ágil’ en su respuesta a nivel europeo, estableciendo numerosos fondos de emergencia. El sector de las fundaciones está al alza a escala global y tendrá un papel clave para resolver los grandes retos sociales y medioambientales, ya que puede invertir en aquellos sectores en los que la administración pública ha reducido su intervención.

Ésta es una de las conclusiones que arroja el estudio ‘De la medición del impacto al aprendizaje para el impacto: los itinerarios de aprendizaje de las fundaciones europeas’, elaborado por Esade Entrepreneurship Institute (EEI), con el apoyo de BBK y la colaboración de la Asociación Española de Fundaciones. Para Nora Sarasola, directora de Obra Social de BBK, “nos encontramos ante una sociedad crecientemente comprometida y exigente, que aboga por un consumo responsable y demanda conocer cómo afectan las actividades de una entidad en el entorno en el que opera”. En su opinión, esto hace necesario evaluar y poner en valor su aportación social. “En este contexto, la importancia de la medición del impacto va más allá de entender, medir y comunicar el valor social de las organizaciones. Constituye, además, un elemento clave para la gestión responsable de empresas y organizaciones, que buscamos maximizar nuestro impacto y conocer el efecto transformador que generamos en nuestro entorno”, destaca Sarasola.
Existen más de 147.000 fundaciones donantes representadas en las redes de asociaciones de fundaciones y donantes de Europa.