La dimensión de nuestras empresas y organizaciones es una cuestión crítica en un mundo globalizado. Muchas han sido las apelaciones, desde el mundo de la gestión y la academia, en el sentido de que el tamaño sí importa en la vida empresarial. Aunque haya firmas que han crecido y se han globalizado, si nos comparamos con nuestro entorno europeo, el nivel de tamaño de la empresa vasca es aún muy bajo. Es necesario buscar soluciones, ya sea a través de fusiones, adquisiciones, alianzas o acuerdos puntuales. Pero la empresa vasca debe adquirir mayor tamaño. Y si damos por buena esta máxima, también se debe extender a otros organismos e instituciones que tienen que competir y cooperar con internacionales. Contamos con grandes en capacidades, pero somos pequeños en dimensión. Esta ha sido una de las razones que ha llevado al Gobierno vasco a iniciar un proceso para crear una entidad que agrupe a los agentes tecnológicos, centros y CIC. Una iniciativa que busca reforzar la marca-país, que coordine la oferta científico-tecnológica, que facilite el acceso a financiación europea y que limite la atomización de los agentes. Un proceso que sigue al realizado anteriormente, al reorganizar la Red Vasca de Ciencia, Tecnología e Innovación, precisamente también con el objetivo de concentrar esfuerzos, capacidades y recursos, y medir resultados y cercanía al mercado.