Estamos de vuelta en septiembre y comenzamos nuevo curso. En estos días ponemos en orden los papeles, planteamos nuevas intenciones y proyectos e intentamos otear cómo se presenta el tramo final del ejercicio. A pesar del largo periodo electoral y de la incertidumbre sobre la gobernabilidad en Madrid, llegábamos al verano con unos datos económicos que invitaban al optimismo para afrontar este otoño. Tanto en el Estado como en Euskadi, pese a una cierta desaceleración, se mantiene el crecimiento y mejoran parámetros como la inversión y el empleo. Incluso nos situamos a la cabeza de los países que tiran del carro a nivel europeo, mientras que otras grandes economías bordean la recesión; y grandes organismos internacionales mejoran las previsiones para España. Con unos tipos aún al alza para combatir la inflación, pero que están lastrando la actividad. Y ahora toca preparar los presupuestos de 2024 en un escenario de vuelta a la normalidad, lo que quiere decir que las excepciones habilitadas para paliar los efectos de la pandemia se deben retirar y volver a la ‘disciplina’ financiera y fiscal. Un entorno que va a marcar, sin dudas, los recursos disponibles. Un tiempo, también, que da inicio a un nuevo ciclo electoral en Euskadi, que va a condicionar, por ejemplo, los avances para la anunciada reforma de la fiscalidad. Como vemos, un nuevo curso intenso.