El sector de las biociencias/salud crece a un ritmo del 10% anual gracias a la inversión en sus capacidades científico-tecnológicas, la incorporación de personal investigador y el apoyo a empresas de base tecnológica.

Este sector, prácticamente inexistente en Euskadi hace 15 años, cuenta ahora con 75 empresas y cada año invierte en torno a 120 millones de euros en I+D+i, de los cuales un 45% proceden del sistema sanitario. Las biociencias se han convertido de esta manera en un área emergente, internacionalizada e intensiva en sus inversiones en I+D+i.
En una jornada de ‘Los Martes de Innobasque’, participaron María Aguirre, directora de Investigación e Innovación Sanitaria del Departamento de Salud del Gobierno vasco; Roberto Bilbao, director científico del Biobanco vasco, de Bioef; Azucena Castro, directora general de OWL; Mª Angeles García Fidalgo, jefa de sección de Radiofísica de la OSI Araba; Daniel Nagore, director de I+D Proteómica de Progenika; Arkaitz Carracedo, profesor de Investigación de Ikerbasque en CIC bioGUNE; y Txema Villate, director general de Innobasque.

Aguirre dio a conocer la Estrategia de Investigación en Salud 2020 para Euskadi, que representa la aportación del sistema sanitario al RIS3 y apoya actividades de I+D+i enfocadas a mejorar el sistema y la salud de las personas. A continuación, se presentaron buenas prácticas vascas de innovación en salud. OWL aportó su nuevo diagnóstico no invasivo para detectar hígados grasos, enfermedad muy común. Progenika presentó sus avances en la investigación en la monitorización de terapias biológicas para enfermedades inflamatorias intestinales y reumatología. Bioef, la Fundación Vasca de Innovación e Investigación Sanitarias, explicó que el biobanco vasco es la herramienta de Osakidetza para gestionar en red muestras biológicas generadas con fines investigadores. Uno de los nodos del biobanco es la OSI de Araba, que presentó un dispositivo pendiente de patente para realizar biopsias guiadas por imágenes. Por último, Arkaitz Carracedo explicó cómo construir un equipo de investigación traslacional, es decir, que traslada los conocimientos de la investigación básica a la búsqueda de soluciones que curen enfermedades, en su caso el cáncer de mama y de próstata.