Cuando DIPC abrió sus puertas en 1999, auspiciado por distintos agentes públicos y privados, y con un liderazgo científico de la talla de Pedro Miguel Echenique, probablemente pocos vislumbraban la evolución que tendría. De aquel centro dedicado la investigación básica en física de materiales se fueron desplegando un ecosistema y unas capacidades, que han permitido la eclosión de ‘start ups' punteras, y gracias a las cuales, casi 25 años después, Gipuzkoa y Euskadi están en condiciones de posicionarse como referentes en tecnologías como el grafeno, la nueva alimentación o las tecnologías cuánticas. Este último, un ámbito de enorme potencial q
Si en enero de 2020 nos hubieran dicho que, casi tres años después, Gipuzkoa tendría un 7% de paro, rondaría los máximos de afiliación a la Seguridad Social, exportaría más que nunca o mejoraría la actividad industrial de 2019, que fue un año fantástico, seguramente catalogaríamos los datos de bastante positivos. Si, además de eso, nos dijeran que esas cifras llegarían después de una pandemia mundial sin precedentes que frenó en seco la economía global, afectando gravemente a la cadena de suministro, y a la que se concatenaría la primera guerra del siglo en territorio europeo, las calificaríamos de muy meritorias.¿Debe eso llevarnos al triunf