En primer lugar, habría que destacar la particularidad del producto. La labor de un teatro es entregar a su público un objeto delicado, inmaterial, sin envasar ni etiquetar, que además, es un bien a disfrutar en vivo y en directo, con un contenido artístico y cuya valoración es siempre personal y subjetiva. Además, cada función, o como nos gusta decir a nosotros, cada bolo, resultará siempre diferente de un día para otro y es de forma individualizada que cada miembro del público tiende a valorar si ha sido una buena o mala experiencia. Por ello, la gestión de un teatro no puede perder la perspectiva del cuidado del producto, según estas pre